El comercio más lujoso y el producto más valorado de la Almería andalusí era, sin duda, el tejido de seda. El cultivo de moreras y la cría del gusano de seda ocuparía amplios espacios en la provincia, y tendrá un gran impulso desde el siglo XII en la sierra de los Filabres y la Alpujarra.
En cambio, la ciudad de Almería era el centro de elaboración textil y su puerto el punto de salida de la distribución comercial. Las fuentes llegan a mencionar hasta 800 telares, seguramente de manera exagerada, y eso ha permitido unos testimonios arqueológicos de tenerías para la tintura de los tejidos en las calles Real y Santísima Trinidad.
Los tejidos de seda almerienses se convierten en elemento de prestigio de las damas cristianas de la alta nobleza, tanto castellana como europeas.
Estos tejidos se caracterizan por la menor relevancia de los elementos figurados y el predominio de la decoración geométrica. Destacan los tonos suaves de rojo anaranjado para la decoración y el oro para resaltar algunos motivos, organizados en grandes círculos dobles, dispuestos en filas, con parejas de animales afrontados.
En el siglo XVI, con la transición al mundo cristiano, se produce un rápido declive de esta industria y su comercio.
Podemos ampliar datos consultando las páginas 414 a 419 del tomo II de la Historia de Almería “Época Medieval. La huella de Al-Andalus”, redactado por Adela Fábregas García.